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Reportaje
Recorremos Madrid con Nacha, la protagonista de Vestida de azul, el documental de 1983. Abrimos heridas. Recordamos. Reímos.
Nacha. Aeropuerto de Madrid. Una mañana de enero. El futuro (y el día) todavía estaba nuboso. "Cuántas veces habré recorrido estos pasillos", me cuenta mirando las interminables entradas de Barajas.
La vida de Nacha había comenzado tantas veces en aquel lugar. Tantas veces (en general). Después de una herida. Después de un baile. Después de un café.
"Me fui a vivir a Barcelona, a Roma, a París", explica, "nunca tuve miedo a hacerme la maleta y empezar de cero", añade.
Algo tenía claro: "Yo soy así y nada me iba a parar".
Algunas travesías importan más que el triunfo de llegar primera a la meta porque abren los caminos para quien viene detrás.
Nacha es la protagonista Vestida de azul (1983), el documental de Giménez Rico sobre el que está basada la serie de atresplayer, Vestidas de azul.
Recorriendo las calles de Madrid nos cuenta cómo vivió la experiencia: "Cuando me llamaron no me lo creía", afirma. Pasaron más de cuatro meses rodando todos los días. "Grababan todo. Desde que nos levantábamos", explica.
"Nacemos muñequitas. No tenemos la culpa de qué color nos visten"
Así, día tras día, comenzaron a forjar una amistad nuestras Vestidas de azul. Sin embargo, "ya conocía a muchas de la calle".
"Antes éramos travestis. Ahora somos transexuales", explica Nacha. Admirando sus fotografías y las de sus amigas en el Museo ABC de Madrid.
Las palabras han cambiado. Han dejado de significar lo que significaban. Evolucionan. Evolucionamos.
"¿Quién me iba a decir a mí que estaría viendo mi vida pasar en una serie?", sonríe al hablar de Vestidas de azul. "Me ha devuelto vida", añade.
La lucha de Nacha siempre ha sido en subjuntivo como si pudiera o pudiese.
Ante la placa de Cristina Ortiz, La Veneno, nos despedimos. Ha salido el sol. El futuro todavía está nuboso y soñamos con lo que está por llegar y existe. Y es mejor.
Gracias, Nacha por este día. Por tu historia.